¿Mató el algoritmo a la estrella musical?
Un recorrido claro sobre cómo las listas algorítmicas de Spotify afectan lo que escuchas y cómo los artistas emergentes pueden navegar este sistema con cinco consejos prácticos.
En 1979, el dúo británico The Buggles lanzó "Video Killed the Radio Star". La canción, convertida en un hito al inaugurar la era de MTV, proclamaba que el videoclip había cambiado para siempre el modo en que descubríamos música. Ya no solo se escuchaba en la radio; ahora se veía en televisión. Aquella era una transición de formato que también redefinió quién llegaba a ser conocido y quién se quedaba en la sombra.
Hoy el “video” que cambió las reglas es el algoritmo. En lugar de MTV, tenemos Spotify, Apple Music, Tidal y otras plataformas cuyo código invisible decide qué escuchamos. No es la televisión la que mató a la estrella de radio, sino la lógica de recomendación personalizada la que encorseta lo que descubrimos.
El problema es que estos algoritmos son propiedad de empresas privadas, sesgados por intereses comerciales. No te muestran la canción perfecta que te enamoraría al instante; te mantienen en un bucle de familiaridad, repitiendo patrones que maximizan el tiempo que pasas en la plataforma. Como escuché en una ocasión Antònia Fulguera, curadora del Sónar+D, a veces nuestra canción favorita está a un clic, pero el algoritmo nunca nos la enseñará porque no sirve a su lógica interna.
La música que no encaja en esos moldes queda oculta, no porque no exista, sino porque no se ajusta a la narrativa de consumo infinito. Es el nuevo “video killed the radio star”, pero ahora es “algorithm killed the new star”. La era de la radio y luego de MTV nos dio íconos porque todos mirábamos el mismo escaparate. Hoy miramos escaparates personalizados, pero no necesariamente más diversos.
¿Cómo funciona este sesgo y qué implica para artistas emergentes y oyentes curiosos? Porque si sabemos que el algoritmo no es neutral, tal vez podamos recuperar un poco de nuestra propia brújula musical.
Pero, ¿cómo funciona realmente el algoritmo de Spotify? Aquí entramos en las listas algorítmicas y los famosos “radares de novedades”. El principio es sencillo: el algoritmo observa patrones de lo que escuchas, lo que saltas y lo que guardas, y crea un perfil de tu gusto. Con ese perfil, te sugiere listas como “Descubrimiento Semanal” o “Radar de Novedades”, que se actualizan constantemente.
Porque el algoritmo está diseñado para maximizar tu permanencia: necesita novedades para mantenerte enganchado. Así, los artistas que lanzan música con cierta frecuencia tienen más posibilidades de entrar en estas listas y ser recomendados.
Hay casos de éxito claros: artistas independientes que, sin un gran sello detrás, han sabido alimentar al “monstruo” del algoritmo con lanzamientos constantes, logrando así entrar en más radares y ganando oyentes fieles. Sin embargo, esto también significa que la música se convierte en un flujo constante donde no siempre la calidad o la originalidad son las que triunfan, sino la capacidad de alimentar esa máquina de novedades.
En definitiva, el algoritmo no es un enemigo, pero tampoco un amigo desinteresado. Responde a intereses de empresas que cotizan en bolsa y cuyo verdadero tesoro no es solo la música, sino el algoritmo mismo. Entenderlo nos permite usarlo a nuestro favor, pero también nos invita a buscar esos rincones donde la brújula musical siga siendo nuestra.
Cinco recomendaciones para que un artista emergente domine el algoritmo (sin humo)
Frecuencia sin quemarse: No se trata de lanzar un tema cada semana sin sentido, sino de mantener un ritmo regular que el algoritmo pueda reconocer. Por ejemplo, un lanzamiento cada 4 a 6 semanas. Esto mantiene tu perfil activo sin que tu calidad se resienta.
Contexto en los metadatos: Usa las herramientas de Spotify for Artists para etiquetar bien tu música. Indica géneros, estados de ánimo y momentos (por ejemplo, “música para entrenar” o “para relajarse”). Cuanto más claro sea el contexto, más fácil es que el algoritmo te coloque en las listas adecuadas.
Impulso en las primeras 48 horas: Las primeras horas tras el lanzamiento son clave. Promociona ese lanzamiento en redes, dirige tráfico a Spotify y anima a tus oyentes a guardar la canción. Un buen arranque inicial le da señales al algoritmo de que tu tema merece ser impulsado.
Aprovecha las listas de nicho: Además de las grandes listas como “Radar de Novedades”, existen playlists algorítmicas de nicho (de géneros o moods más específicos). Si encajas bien en una de ellas, tendrás un flujo constante de oyentes afines.
No te obsesiones solo con el algoritmo: Aunque estas tácticas ayudan, recuerda que la construcción de una base de fans va más allá. Usa otras plataformas, genera contenido valioso y construye una relación genuina con tu audiencia. El algoritmo es una herramienta, no el fin.
Listas algorítmicas de Spotify: cómo te leen
Descubrimiento Semanal (Discover Weekly).
Se actualiza una vez por semana y funciona como “apuestas” personalizadas basadas en gente que escucha lo mismo que tú + análisis de audio. Si tus oyentes guardan tu tema, lo escuchan entero y lo añaden a su playlist, aumentas opciones de aparecer en Discover Weekly de usuarios similares.
Radar de Novedades (Release Radar).
Se actualiza cada viernes con novedades de artistas que el usuario sigue o ha escuchado recientemente. Señal clave para emergentes: lograr que tu audiencia existente te siga en Spotify y que pre-guarde (pre-save) o guarde el tema al salir; así entras en más “radars” de tus propios oyentes.
Daily Mix / Your Mix y Radio de Canción/Artista.
Son flujos semi-estables de afinidad. Si te incluyen en Radio de canción de un tema potente, puedes recibir tráfico sostenido, aunque menos “explosivo” que un pico editorial.
Entre gigantes y pequeños: la otra cara del juego
Aquí aparece la paradoja: mientras los algoritmos parecen estar diseñados para favorecer a quienes lanzan con constancia y tienen músculo detrás, lo cierto es que no siempre la maquinaria multinacional es garantía de visibilidad o éxito real.
Para un artista emergente, competir contra campañas millonarias puede ser frustrante. Las majors (Universal, Warner y Sony con todo su poder que acaparan casi el 80% del mercado) cuentan con equipos de marketing, inversión publicitaria y acuerdos preferentes que les permiten situar a sus artistas en playlists editoriales y medios de alto impacto. Pero esa misma magnitud implica lentitud, jerarquías y la realidad de que, en muchos casos, eres un número más en una cartera inmensa de proyectos. Un artista más en un cajón.
En cambio, el artista independiente o con un equipo pequeño tiene algo que el gigante no puede replicar con facilidad: agilidad, foco y cercanía. Una o dos personas apoyando tu proyecto motivadas, con convicción y visión, pueden moverse más rápido que toda la maquinaria corporativa. Pueden tomar decisiones en horas, no en meses; adaptar estrategias a su comunidad real; arriesgar en estética o narrativa sin tener que pasar por diez filtros de aprobación.
La diferencia está en la relación con el público: la multinacional busca escalar al máximo, el artista emergente puede construir una comunidad fiel, directa, que no siente que forma parte de una campaña sino de un proyecto compartido. Esa comunidad puede ser pequeña en número, pero grande en compromiso. Y ahí está el poder.
Cada artista puede hoy ser su propio medio. Puede experimentar, probar, medir y ajustar sin necesidad de maquinaria millonaria.
En definitiva:
Más vale un equipo pequeño convencido que un ejército despersonalizado.
Más vale un público comprometido que un pico de streams sin raíces.
Más vale construir un camino propio que esperar turno en la maquinaria de otro.
El algoritmo no es neutro, pero tampoco es todopoderoso. La diferencia está en cómo lo usas, cómo entiendes sus reglas y cuánto confías en tu propia comunidad. Y eso, por más que cambie la industria, sigue siendo lo que separa una carrera frágil de una carrera con futuro.
La industria musical cambia cada semana, pero algo permanece: necesitas un relato claro y una estrategia sólida para destacar. No se trata solo de alimentar al algoritmo, sino de construir una marca artística que conecte con tu comunidad y te diferencie en el ruido del feed.
Si eres un artista emergente y quieres trabajar tu identidad, tu comunicación y tu estrategia en la industria musical, puedo ayudarte a dar esos pasos con claridad y sin humo.